A lo largo de la historia la
población de Casarrubios del Monte llegó a ser centro comercial por los
diversos mercados celebrados en la población en fechas señaladas, que llegaron a
copar una actividad comercial muy diferente a la ahora conocida, haciéndola
centro obligado de intercambio de productos entre las gentes de los pueblos y
aldeas de los alrededores, comarca y lugares más alejados.
Las ferias o mercados, tan antiguos
como la humanidad, comenzaron a organizarse en la Edad Media con los
comerciantes vendiendo sus productos agolpados a las puertas de las murallas de
villas o ciudades intentando cambiar o vender sus productos. Casarrubios del
Monte no tardaría en crear el suyo a finales de la Baja Edad Media con la designación
de la población como villa, aprovechando el lugar estratégico que ocupaba en el
Camino Real, por donde pasaba cantidad de gentes y comerciantes. Quizás,
pudiera ser este mercado en la ruta desde la Corte a Guadalupe, Extremadura y
reino de Portugal, el que originara la proyección de la villa, atrayendo a
gentes de otras poblaciones y aldeas cercanas, y menos cercanas, en muchos
kilómetros a la redonda. Después de Madrid, Casarrubios del Monte era la siguiente
población en importancia en el Camino Real de Extremadura, abarcando un vasto
territorio entre Madrid y Torrijos o Talavera.
Según avanzaba la Edad Moderna el mercado se fue consolidando y la villa llegó a conseguir un permiso real que dio legalidad a la actividad comercial demandada por el volumen existente de gentes y comerciantes que aquí acudían, creando un mercado semanal. En total llegaron a existir tres mercados de los que intentaré hablar según la documentación consultada.
El primer mercado y más antiguo, puede que fuera el de ganados, nacido en tiempos remotos con
las necesidades de los primeros pobladores en cambiar o renovar sus ganados de
labor y venta de las producciones ganaderas, en el que tendría mucha influencia
las ideas medievales traídas por los frailes agustinos asentados en este lugar
desde el siglo XIV, y celebrado en el Campillo, entre el monasterio de
agustinos y la puerta de Toledo del recinto amurallado que rodeaba la villa. Con
la industrialización del campo el mercado acabó por desaparecer, llegando a ocupar
un pequeño reducto en la plaza del Paradero en los últimos años de su
existencia.
La necesaria comercialización de la
producción de ganado lanar y de cerda, ligada desde sus orígenes a los primeros
pobladores, y la necesaria renovación de los ganados de labor tras las faenas de
recolección de la cosecha, llevó a la población a establecer un mercado al que
acudía gran cantidad de transeúntes, tratantes, mercaderes, y ganados de la
Mesta que transitaban por el Camino Real. Todo influyó para establecer un
mercado que iría cobrando fama como centro comercial ganadero en la región
después del de Talavera, al que pronto vendrían otros comerciantes de los
alrededores y sitios alejados de Toledo, Madrid, Guadalajara o Segovia.
En el siglo XIV los ganaderos y el Concejo
de la villa decidieron comprar un toro para correrlo al finalizar los días del
mercado como reclamo de un mayor número gente. La idea caló, y correr el toro,
o los toros, en Casarrubios del Monte, llegó a convertirse en costumbre, y
dieron origen a los encierros existentes en la actualidad que gozan de ser los
más antiguos, documentados, de la zona.
Con el paso de los años la afluencia
de gentes venidas de todas partes al mercado y a correr los toros, propiciaron
la creación de una feria-mercado a principios del siglo XVII, aprovechada por la
clerecía, Concejo y condesa de Casarrubios, para instituir oficialmente las fiestas
patronales.
Las grandes distancias recorridas por
labradores, ganaderos y comerciantes para acudir al mercado a comprar y vender
sus mercancías, da idea de la importancia de dicho mercado, al que no dejaban
de gitanos acampados días antes a las afueras del pueblo esperando la celebración. En él incurrían ganados de cerda, vacuno, mular, caballar
y asnal, alrededor del cual, también, se vendía todo tipo de efectos de esparto
labrado, ampliado por puestos de quincalla, verduras, frutas y hortalizas,
cántaros, vidriado, trillos, arreos para el ganado, zafras para el aceite, y un
largo etc. Ciertos documentos, aseguraban acudir a él plateros de Madrid,
Toledo, Talavera y otras partes, así, como curtidores madrileños, cuyo ámbito
más cercano se les había quedado pequeño, y acudían a zonas más alejadas en
busca de pieles.
Conocido en gran
parte del centro peninsular, el mercado de ganados de Casarrubios del Monte
llegó a alcanzar su mayor popularidad en los siglos XVII al XIX, del que ciertos
historiadores llegaron a decir de él parecerles escasa la duración de cuatro
días siendo, a su juicio, necesario alargarle algo más.
A principios de
1825 Casarrubios del Monte se encontraba perteneciendo a la provincia de Madrid
y daba noticia sobre sus mercados, señalando a esta población entre las que
tenían ferias y mercados de cierta importancia. En 1859 se afirmaba pasar de
600 las ferias celebradas en la península, si bien de poca importancia si se
exceptuaban la de Casarrubios Monte y otros veinte pueblos y ciudades de toda
España, en las que se daban más intereses comerciales.
El segundo mercado, y el más antiguo documentado, fue el concedido durante una visita de
los Reyes Católicos a Casarrubios del Monte, desconociendo si se trató de una
gracia concedida por la reina a su villa, o por petición del Concejo en una audiencia
concedida por su Alteza.
El 20 de abril de 1477 los Reyes
Católicos concedían a la villa el privilegio de un mercado franco semanal todos
los jueves del año, haciéndola sede de uno de los primeros mercados francos
concedidos por los RR.CC., cuya concesión ratificarían poco tiempo después en
Medina de Rioseco a instancia del Almirante de Castilla.
Los mercados francos solían ser muy pocos
los existentes en los pueblos de Castilla en el siglo XV, siendo Torrijos el
único pueblo de la zona que lo poseía[1].
La exención de cualquier tipo de impuestos o alcabalas a los mercados francos,
eran la mejor manera de asegurar el abastecimiento a la población de ciertos
productos y el consiguiente ahorro del comprador sobre cualquier tasa sobre la
mercancía comprada, propiciando una mayor afluencia de comerciantes y compradores
de sitios alejados como Camarena y otros lugares al otro lado del rio
Guadarrama.
El privilegio iba precedido por la
orden real de ser libre todo aquel que
viniere a dicho mercado, no pudiendo ser preso ni excusado por ninguna deuda
hasta volver a su casa, y acompañado de otras dos concesiones más firmadas
en los días siguientes a la visita, muy posiblemente, “suplicado e pedido por merced” del Concejo de la villa de
Casarrubios en esos días. Merced que fue acompañada de otra orden al Concejo y
vecinos de La Torre de Esteban Hambran[2]
en beneficio de Casarrubios, y una carta[3]
autorizando ciertos derechos a sus vecinos.[4]
Con el paso del tiempo, el mercado
fue modificándose en cuanto a días y lugares. Si en principio se trataba de un mercado
celebrado todos los jueves en la plaza pública, donde fue trasladado el Rollo
de Justicia (o Picota) desde su lugar de emplazamiento en la raya con la bailía
de Olmos, para ser lugar de exposición y escarnio público de cuantos infractores
eran condenados por faltas sobre pesas y medidas, con el tiempo se cambió a los
sábados, variando sus mercaderías conforme según pasaban los siglos.
A mediados del siglo XVIII llegó a
considerarse uno de los centros comerciales importantes de la península, del
que llegaron a decir ser el mercado
franco semanal de Casarrubios del Monte, donde se trajinaba con ganado de
diversa procedencia[5]:
Toledo, Trujillo, la Alcarria, la Mancha, etc., o el comercio que se establecía
con el vino[6],
pero a principios del siglo XIX la invasión francesa fue la causa y origen
de la ausencia de comerciantes y gentes que concurrían a él, obligando a su
desaparición igual que en otros muchos pueblos.
Años después, acogiéndose al Real
decreto de 28 de septiembre de 1838, se volvió a reanudar como los de Galvez,
Illescas y Ocaña, activándose las transacciones comerciales y relaciones entre
sus gentes.
A él concurrían labradores y
huertanos de la zona con sus productos, algunos puestos de quincallería,
mimbre, botijos y cantaros de barro, hojalateros y una variedad de productos dependiendo
de la época del año.
Reminiscencias de este mercado concedido
por los Reyes Católicos en el siglo XV, es el que cada jueves del año se realiza
en Casarrubios del Monte.
El tercer mercado se crea en fecha indeterminada entorno al comercio de la lana
y tejidos fabricados en Casarrubios del Monte. La apreciada lana, obtenida de
los grandes rebaños de miles de ovejas por los grandes ganaderos, era exportada
a diversas provincias de España, entre las que se encontraban las fábricas de
tejidos de Guadalajara, y los paños y lienzos fabricados en los telares de la
población eran muy apreciados en gran parte de España, sobre todo, las
estameñas aquí elaboradas. Todo ello hizo posible la creación de un mercado
celebrado todos los años a finales de diciembre, que alcanzó su fama en el
siglo XVIII, del que se hacían eco diversas publicaciones de la época. Las comunidades
mercantiles catalanas y francesas decían no poder llegar a la feria de
Casarrubios del Monte en la que se distribuía lino en rama y lienzo de Galicia
y del Bierzo, esparto, hierro y vidriado, paños de Cameros, Segovia, Navas del
Marqués y Sonseca, amén de bayetas, algodón, hilo sedas y ropas de paño basto
procedentes del entorno local.
Las telas comercializadas
en el mercado de Casarrubios gozaron de gran reconocimiento. En los años 1668 a
1686 se decía de ellas distinguirse por su calidad y prestigio siendo,
especialmente, comercializadas las estameñas y estameñas plomadas, tejidos
sencillos y ordinarios consistentes, normalmente, en telas de color negro o
pardo, utilizadas para la confección de abrigos, capas y, sobre todo, hábitos
religiosos, cuyo precio de la vara de estameña en la primera mitad del siglo
XVIII se cotizaba a 5 reales.
En los libros de
cuentas y gastos del convento de la Santa Cruz de esta villa figuran
anotaciones periódicas desde su fundación en 1634, hasta finales del siglo
XVIII, con la compra de varias varas de estameña banca para la ropería
y confección de escapularios, y parda para delantales de la cilleriza[7]
y hermanas de la cocina.
Igual que el mercado
anterior, las crónicas achacan su desaparición a la invasión francesa, quienes
se apoderaron de todos los artilugios. No optante, como recuerdo de aquella
industria lanera, algún viejo telar llegó a funcionar en la población en los
años sesenta del siglo pasado.
La importancia
de los tres mercados debido a las cuantiosas y valiosas mercancías vendidas, se
debió, fundamentalmente, a estar enclavado en camino Real de Extremadura, a una
etapa de Madrid que, en cualquier medio de transporte utilizados en la época, hacía
forzosa una parada en Casarrubios del Monte, siendo los propios viajeros los
que hablarían de él allí por donde pasaban.
Fausto Jesús Arroyo López.
[1]
Concedido por Enrique IV.
[2] Al concejo y vecinos
de la villa de Torre, a petición del concejo y vecinos de Casarrubios del
Monte, ordenándoles que no entren en sus términos. Guadalupe, 05-05-1477.-
RGS,147705,177.
[3] Carta a
petición del concejo y vecinos de la villa de Casarrubios del Monte para que,
si éstos estuvieren en posesión del derecho a cortar leña y a llevar a sus
ganados a pacer en ciertos términos de dicha villa, les amparen en su posesión.
Guadalupe, 05-05-1477.- RGS,147705,186
[4] Peticiones claramente realizadas por el
concejo de Casarrubios a la reina en su reciente visita, y concedidas por la
reina el 5 de mayo de 1477, nada más llegar a Guadalupe. Se supone que, esta
tardanza de catorce días se debiera a consultarlo con sus juristas.
[5] Quizás
pudiera estar errado el documento al hablar del comercio de ganados en el
mercado franco de Casarrubios, debido a ser confundido con el otro mercado de
ganados.
[6] Notas sobre la historia y geografía de la Sagra. No se sabe si la reseña del cronista era real, o ligeramente confundida con el mercado anual de ganados celebrado en la villa.
[7] Monja
que tenía a su cargo la mayordomía del convento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario