Muchos
nos habremos preguntado alguna vez el por qué dejó de funcionar el
hospital del Corpus Christi que estuvo dando servicio e nuestra villa desde el siglo XVI al XIX.
Tras
el decreto de expulsión de los judíos por los Reyes Católicos en 1492 la gran
aljama, o colonia judía de Casarrubios, una de las más importantes del
arzobispado de Toledo, junto con la de Maqueda, Ocaña, Talavera y Toledo, debía abandonar la villa, dando por acabada la
convivencia que habían mantenido desde siempre las dos culturas.
Una
ley de 1480 ya venía obligando a los judíos a vivir separados de los cristianos
con la idea de evitar el judaísmo. Habilitándoseles unas zonas, o guetos,
llamados juderías, cosa que en Casarrubios fue imposible llevar a cabo debido a
la convivencia tan estrecha que mantenían debido a los oficios y trabajos de
unos y otros que la Inquisición ya se encargó varias veces de castigar. No
obstante, los judíos, con sus ritos, leyes y costumbres, llevaban asentados en la
judería desde, al menos, principios del siglo XIII[1],
limitada por las calles Hospital y Pósito. Desde la Veracruz hasta la carretera,
e incluía sinagoga, baños y la casa del rabí.
Aunque
varias casas de la judería pertenecían a los frailes de San Agustín por
donación que doña Inés de Ayala, Señora de Casarrubios, había hecho como cambio
de los 74.000 maravedíes que su esposo, don Diego Gómez de Toledo, les había prometido
para acabar el convento, donde luego sería enterrado, muchos se vieron forzados
a malvender casas, propiedades y negocios que fueron a parar a las familias más
acomodadas o a la hidalguía, en cuyos solares, algunos, levantaron sus casas
como los Delgado o los Rojas. La judería paso a otros dueños a excepción de la
sinagoga, los baños y la casa del rabí, que no pudieron ser vendidos por
pertenecer al municipio.
Al
quedar sin uso la sinagoga, esta fue utilizada como hospital para necesitados,
y cincuenta años más tarde, en 1555, el hospital fue restaurando o modificado por
el cura de la parroquia de San Andrés, el hidalgo Rodrigo de Vivar[2],
ampliándolo con los baños de la sinagoga y la casa del rabí. El nuevo hospital
también daría servicio a los transeúntes que, a su paso por el camino real que
unía la corte con el reino de Portugal, se veían necesitados de ciertos
auxilios. El hospital era tutelado por la cofradía del Santísimo Sacramento,
cuyos cofrades velaban por el buen funcionamiento y el cuidado de sus rentas. En
1794 don Antonio de Arce y Acuña lo demolió y edificó uno nuevo, cuyo edificio
ha llegado a nuestros días.
Tras
la invasión francesa, el gobierno opresor exigió grandes impuestos a las propiedades
del hospital, no pudiendo hacer frente a ello, debido a que las rentas producidas
difícilmente mantenían el hospital y enfermos. No teniendo el capital necesario
para hacer frente a dichos impuestos, las fincas fueron requisadas y mal
vendidas, dejando al hospital sin medios necesarios para su
funcionamiento.
El
16 de octubre de 1814 la cofradía del Santísimo Sacramento como patronato del
hospital del Corpus Christi, celebró capítulo sacramental convocando a los
sujetos que habían comprado y poseían las tierras del citado hospital, haciéndoles
entender la obligación que tenían de pagar las rentas de todos los años que las
habían tenido, los que se negaron abiertamente al pago de rentas atrasadas,
sujetándose solo al de las sucesivas del año actual.
Ante
tal negativa, acordaron emprender acciones legales que llevaran a la recuperación
de las fincas, siendo comisionados para ello los siguientes miembros del
cabildo: D. Luis Martín Ángel, cura propio; don Manuel Sanz y Casillas,
presbítero y el licenciado don Rodrigo Pascual Benítez, abogado de los Reales
Consejos. Todos vecinos de Casarrubios del Monte. Poder que se otorgó ante el
escribano del número de la villa de Casarrubios el 10 de febrero de 1815.
Unos
días después, el 18 de ese mismo mes, los comisionados dieron poder ante el escribano
de número y juzgado de Casarrubios, don Roque Ramón Garrido, quien extendió el
presente certificado a favor de don Andrés Gilavert, vecino de la villa y corte
para presentar demanda en este sentido, solicitando mandato a los actuales
poseedores de las tierras a pagar inmediatamente al administrador del hospital las
rentas devengadas durante todo el tiempo que las habían disfrutado, o las dejaran
libres para su arrendamiento a pública subasta, según estaba establecido en su
fundación y sea observado en mayor beneficio de los pobres enfermos.
El
14 de marzo de 1815 D. Andrés Gilavert le pasa la autorización recibida a los
procuradores don José Mª Sanz y a don José Charco que presentan en el tribunal
de Madrid[3]
donde se iniciaría el pleito pero, el 28 de ese mismo mes y año, la fiscalía de
Madrid respondió que en vista del expediente presentado, las fincas que
reclaman los comisionados del hospital de Casarrubios no fueron vendidas por el
gobierno intruso, ni sus agentes, ni en clase de bienes nacionales o
confiscados, que fueron enajenadas por el ayuntamiento de aquel pueblo de
propia autoridad y, aún sin repugnancia de los representantes del hospital y en
incongruencia, entiende el fiscal que no corresponde a la Junta conocer en este
negocio y que, por lo tanto, podría servirse mandar que los comisionados usasen
de su derecho donde y como corresponda o determinara, sin embargo, lo más acertado. Madrid y marzo 28 de 1815.
La
falta de rentas dejaba desamparados a los pobres enfermos abandonados a sus
dolencias, viendo con dolor en personas acomodadas los auxilios destinados a su
curación y socorro, por lo que el hospital se vio obligado a no admitir más
enfermos y cerrar sus puertas.
[1] Anécdotas
y curiosidades en la historia de Casarrubios del Monte.- Fausto J. Arroyo
López.
[2]
Anécdotas y curiosidades en la historia de Casarrubios del Monte.- Fausto J.
Arroyo López.
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