El año pasado la villa de Casarrubios del Monte celebró el 550 aniversario de la proclamación de la Princesa Isabel como heredera al
trono de Castilla. Este año conmemorará el 400 aniversario en que la villa fue “capital de España” por 26 días. Un hecho
accidental y fortuito que llevó a reunir en este lugar a las más altas
personalidades de la política y la nobleza de la época.
En algún momento he dicho
que nuestra villa posee una historia tan rica y amplia, que bien podría estar celebrando aniversarios y conmemoraciones de hechos históricos largo tiempo sin necesidad
de aprovecharnos de historia ajenas.
Este año se cumple el 400
aniversario del gran acontecimiento que convirtió a Casarrubios del Monte, en el centro de atención de toda España, debido a la estancia de 26 días del rey Felipe III aquejado de una grave enfermedad.
En 1619 Felipe III viajó
con su familia a Portugal para que las cortes lusas juraran a su hijo, el príncipe Felipe, como príncipe heredero.
Al volver a Madrid, lugar
de residencia de la corte, el rey se empezó a encontrar indispuesto, y en Santa
Olalla, creyeron que el monarca no llegaría a Madrid, por lo que a toda prisa debían
encontrar un sitio adecuado para detener la marcha, creyendo lo más conveniente
llegar cuanto antes a Carrubios del Monte, donde se detendrían.
Era el 8 de noviembre de
1619. Al llegar a nuestra población les surgió la duda de, si llevar al rey al
hospital, o alojarle en el palacio del conde de Casarrubios. Dado que el
hospital no era apropiado para un rey, pues allí se recogía a los enfermos más
humildes de la población y a los transeúntes que transitaban por el Camino Real,
decidieron alojarlo en el palacio.
El rey ocupó la habitación
principal del palacio e, inmediatamente, se acordono la zona, prohibiendo el
paso de personas, animales y carruajes, como la suspensión de cualquier toque
de campana que alterase el reposo de tan ilustre enfermo.
Enseguida comenzaron a
llegar a Casarrubios la alta nobleza y autoridades de Madrid. Unos a
interesarse por el enfermo, otros de visita, muchos se alojaron nuestra villa
todo el tiempo que aquí se encontró el rey, el caso es que por aquí pasaron
cientos de personas, aparte de escritores, poetas, curiosos e interesados. Pues
para muchos esto fue algo que no podían perderse.
Junto a esta gente,
también empezaron a llegar las reliquias enviadas desde diversos puntos de
España, como el manto y el niño de la Virgen de Guadalupe, reliquias del
Escorial y el cuerpo momificado de San Isidro. Reliquias que fueron depositándose
en un altar habilitado al efecto en la propia habitación que ocupaba S.M. El
manto fue puesto sobre su cama y, el cuerpo de San Isidro llevado a la
parroquia de Santa María, no sin antes dejar depositado un dedo en dicho altar.
Las misas y rogativas se
sucedían de continuo por la salud del rey a cargo del clero regular y frailes
de Casarrubios, que llenaba a cualquier hora la iglesia de fieles y curiosos.
La estancia que parecía
ser momentánea, se fue alargando día tras día y la enfermedad obligó a que aquí
hiciera testamento el monarca. Testamento que, año y medio después, sería
válido a la muerte del rey con algunas modificaciones.
Ni que decir tiene el
revuelo que dicha visita ocasionó en la población, así como en las aldeas y
pueblos cercanos y no tan cercanos, pues la noticia de que el rey agonizaba en
Casarrubios corrió de boca en boca hasta el último confín de España.
Dicha estancia congregó en
nuestra villa a representantes de la política y la nobleza, dando lugar a que se
celebraran consejos de Guerra y de Estado, lo que hoy serían los consejos de
ministros, en el coro alto y la sacristía de la parroquia de Santa María. Por
lo que, pasados los siglos, la historia da a Casarrubios del Monte el merecido
título de “capital de España” por 26 días de aquel mes de noviembre de 1619, en
que desde aquí se dirigió la nación.
Dado que esta hazaña
ocurrió en pleno Siglo de Oro de las letras españolas, la visita quedo plasmada
en infinidad de documentos, libros, novelas, obras de teatro, revistas y
panfletos que hacen fácilmente recordarlo en la actualidad.
Cada una de las
situaciones acaecidas en nuestra villa en esos 26 días, hasta la partida del rey
para Madrid el 3 de diciembre, guardan detrás grandes historias que ya os iré
contando, como la traída de los restos de San Isidro, las procesiones y
rogativas, la estancia del príncipe, futuro Felipe IV, la obligación de que a
Casarrubios se trajera alimentos para abastecer a tanta gente, la marcha del
monarca, etc... Así como las disputas atribuidas a la curación del rey por unas
y, otras, reliquias, que quisieron llevarse el mérito de su intervención.
Fausto-J. Arroyo López
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