El convento de San Agustín fue un monasterio de la Orden de los agustinos existente en Casarrubios del monte desde el siglo XIV al XIX. Su origen se remonta a la existencia en sus alrededores de unos Caballeros de la Orden del Temple que en época de la reconquista ocuparon la Basílica de Santa María de Abajo y, tras su disolución en el siglo XIV, algunos se convirtieron en eremitas de la Orden de San Agustín y, muy posiblemente, por la ruina de la Basílica se trasladarían a extramuros de la villa, como ya lo veían haciendo el resto de los habitantes de la zona.
Hacia el año 1354 se fundó una mísera casa convertida en convento y, una veintena de años más tarde, ya en 1372, recibieron la ayuda de los Señores de Casarrubios, don Diego Gómez-Pérez de Toledo y de su mujer, doña Inés de Ayala. El matrimonio impulsó a los frailes a la refundación del monasterio llevándoles a una nueva ubicación, para lo que dichos Señores entregaron a Fray Juan de Ocaña unas casas en las que construir el nuevo convento de la Orden de San Agustín, que fue bastante espacioso y cómodo.
Las donaciones no debieron ser las únicas, pues el 31 de mayo de 1375, doña Inés de Ayala hizo entrega al monasterio de las casas de la judería, cercanas a la iglesia de San Andrés, lo que indica la prolongación de las obras. En ese tiempo, se designó Prior, y se llegó a un acuerdo con la familia Ayala para que en el monasterio hubiese doce frailes, de los cuales, al menos, seis de ellos debían ser sacerdotes.
Las obras continuar otros diez años más, según afirmaba don Pedro Suárez, hijo del matrimonio benefactor, en su testamento fechado en agosto de 1383. En él mandaba se acabasen las obras, para las que su padre dejó 15.000 maravedíes, pedía ser enterrado delante del altar mayor y creó tres capellanías perpetuas por su ánima, dejando para ello toda su heredad de Tormantos. Se desconoce si, finalmente, y tras su última voluntad, don Pedro fue sepultado en el covento, ya que murió guerreando en Portugal ese mismo año.
En el siglo XV, Fray Alonso de Ravanal, provincial de la Orden, dio una carta de hermandad a los que ayudaran a la edificación de la iglesia y, un siglo más tarde, se acometieron grandes mejoras que pasarían por una nueva construcción de la iglesia que en 1610 se encontraba totalmente derruida, por lo que se firmaron escrituras de la demolición de las ruinas existentes y construcción de una nueva iglesia y capilla, por un importe de 3.600 ducados y una duración de dos años. La falta de dineros llevaron a que en 1689 se dictara una Real Cedula concediendo licencia para pedir limosna en las Indias por tiempo de seis años con el objeto de acabar la capilla de Nuestra Señora de Gracia de la villa de Casarrubios del Monte.
En los archivos de esta casa se encontraban importantes documentos como la Bula expedida en Roma el año 1479 por el General de la Orden Fray Ambrosio Massario, comunicando a toda la Orden los privilegios de Pavía, la Bula con los privilegios que el Papa Gregorio XIII concedió el 3 de abril de 1584 al altar de San Nicolás de Tolentino en la iglesia de este monasterio, siempre que los sacerdotes conventuales del mismo celebraran en él por los difuntos. También se encontraba la Bula que concedió el Papa Paulo V en San Marcos el día 22 de septiembre de 1611 a este convento, con facultad para fundar una cofradía de Nuestra Señora de Gracia, e indulgencia plenaria a sus cofrades en el día de su ingreso y otras parciales en varios días del año. El convento tenía por advocación a esta Virgen, en cuya iglesia se veneraba su imagen de gran valor, traída de Portugal y famosísima por sus continuos milagros, cuya fiesta se celebraba el jueves inmediato al 8 de septiembre.
En los años 1452 y 1470, aquí se celebraron dos capítulos provinciales de los agustinos de España. En 1541 se hospedó en él el general de la Orden Jerónimo de Seripando. En 1454 fue prior del convento el Padre Diego de Abanza. Aquí profesó en 1590 Fray Alonso de Méntrida, que marcho a Filipinas en 1598, de cuya provincia fue elegido Superior Mayor en 1623, muriendo en Manila a principios del año 1637, dejando escritas, entre otras obras, un Catecismo de Doctrina Cristiana en lengua bisaya. De él salieron decenas de frailes para la evangelización de las Indias y Filipinas, como Tomás de Ayala, Juan de Subijana, Juan Ayllón, Francisco de Aguirre, Pedro de Guevara, Francisco de Vara, Juan Pimentel, Cristóbal de Osma, Gabriel González, y así, una larga lista de ellos que incluían algunos naturales de esta villa como Luis y Hernando de Bustamante. En 1769 el convento era habitado por 10 individuos, 1 donado, 1 sacristán, 2 criados y 8 solteros. El censo del Conde de Aranda de ese mismo año dice haber 16 hermanos de órdenes religiosas. El monasterio atendía al ministerio del confesionario, predicación y asistencia a los moribundos de la villa.
En 1835 los frailes abandonaron el convento debido al decreto de exclaustración de Mendizábal, conservándose de él la fachada principal del edificio treinta años mas tarde, pasando a completa ruina en 1910, del que solo quedaba algún resto de sus muros. El valor arquitectónico del convento no debió de ser destacable, acorde con la sencillez de su interior, incluida su iglesia, que solo contaba con el sepulcro de mármol blanco y negro bastante bien adornado de su patrono, según cuenta Madoz en su diccionario Geográfico, con relieves de algún mérito, colocado en la iglesia al lado del Evangelio, junto al altar mayor, con la siguiente inscripción:
Don Bernardo de Oviedo y Puelles nacido en esta villa, donde fue bautizado el 22 de diciembre de 1574. Pertenecía a la clase de los hijosdalgo y fue sacerdote y arcipreste de Guadalajara, entró como secretario del Arzobispo Sandoval y Rojas y, posteriormente, secretario de Felipe III. Llegando a ser Secretario de los Reales Descargos.
En 1631 firmó con el convento la escritura de patronazgo que le daba derecho, entre otras cosas, a colocar sus armas en la iglesia, a ponerle silla alta entre las gradas y el altar siempre que le pareciere y no a otra persona. El convento debía de darle sitio, cuando lo quisiera, en la parte del altar para por la parte de fuera, labrar el aposento o aposentos que quisiere con ventana de reja y puerta al dicho altar mayor, de los cuales aposentos y ventana ha de tener la llave el patrón y de su puerta que abre al altar la tendrá solo el prior, y por supuesto derecho a ser enterrado en la iglesia del convento, por lo que él mismo mandaría edificar su sepulcro en 1634. A cambio el convento recibiría una renta de 350 ducados y una limosna de 110 reales al morir.
También estuvo sepultado en la Capilla Mayor de este convento el caballero don Fernando Sánchez Bustamante y Claramonte, vecino de Illescas y descendiente de Carlo Magno, el cual tuvo que hacer probanza de su nobleza. Muerto en 1457, yacía en un sepulcro al lado del evangelio, con tres losas en las que se encontraban las armas de su apellido.
Hoy dia, la única pieza de la fachada que se conserva, es la imagen de la Virgen de Ceuta, reproducción del siglo XVI-XVII en piedra, que se encuentra en la portada de la iglesia de Santa María.
Las propiedades que llegó a poseer el monasterio se extendían por todos los pueblos de los alrededores, incluso algunos más lejanos. Como ejemplo de ello, citar el arriendo que el prior, Fr. Bernardo Luzio, y Fr. Francisco Sánchez, procurador del convento, hicieron en 1755 de las propiedades que poseían en Lominchar, arrendando por nueve años las tierras y diezmos a Gabriel Barrera, vecino de la villa de Villanueva de la Sagra. En total comprendían un total de 21 tierras (111 fanegas, 4 celemines y 25 estadales de marco de 600 estadales la fanega), por lo que debía pagar 55 fanegas de trigo, las 30 por la renta de las tierras y las 25 restantes por los diezmos de los frutos que produjesen, fueran pocos o muchos.
En lugar donde se levantara el convento, junto a la iglesia de San Andrés, hoy lo ocupa el colegio público, no apreciándose vestigio alguno que de testimonio de la construcción de antaño.
F.-Jesús Arroyo López.
En el siglo XV, Fray Alonso de Ravanal, provincial de la Orden, dio una carta de hermandad a los que ayudaran a la edificación de la iglesia y, un siglo más tarde, se acometieron grandes mejoras que pasarían por una nueva construcción de la iglesia que en 1610 se encontraba totalmente derruida, por lo que se firmaron escrituras de la demolición de las ruinas existentes y construcción de una nueva iglesia y capilla, por un importe de 3.600 ducados y una duración de dos años. La falta de dineros llevaron a que en 1689 se dictara una Real Cedula concediendo licencia para pedir limosna en las Indias por tiempo de seis años con el objeto de acabar la capilla de Nuestra Señora de Gracia de la villa de Casarrubios del Monte.
En los archivos de esta casa se encontraban importantes documentos como la Bula expedida en Roma el año 1479 por el General de la Orden Fray Ambrosio Massario, comunicando a toda la Orden los privilegios de Pavía, la Bula con los privilegios que el Papa Gregorio XIII concedió el 3 de abril de 1584 al altar de San Nicolás de Tolentino en la iglesia de este monasterio, siempre que los sacerdotes conventuales del mismo celebraran en él por los difuntos. También se encontraba la Bula que concedió el Papa Paulo V en San Marcos el día 22 de septiembre de 1611 a este convento, con facultad para fundar una cofradía de Nuestra Señora de Gracia, e indulgencia plenaria a sus cofrades en el día de su ingreso y otras parciales en varios días del año. El convento tenía por advocación a esta Virgen, en cuya iglesia se veneraba su imagen de gran valor, traída de Portugal y famosísima por sus continuos milagros, cuya fiesta se celebraba el jueves inmediato al 8 de septiembre.
En los años 1452 y 1470, aquí se celebraron dos capítulos provinciales de los agustinos de España. En 1541 se hospedó en él el general de la Orden Jerónimo de Seripando. En 1454 fue prior del convento el Padre Diego de Abanza. Aquí profesó en 1590 Fray Alonso de Méntrida, que marcho a Filipinas en 1598, de cuya provincia fue elegido Superior Mayor en 1623, muriendo en Manila a principios del año 1637, dejando escritas, entre otras obras, un Catecismo de Doctrina Cristiana en lengua bisaya. De él salieron decenas de frailes para la evangelización de las Indias y Filipinas, como Tomás de Ayala, Juan de Subijana, Juan Ayllón, Francisco de Aguirre, Pedro de Guevara, Francisco de Vara, Juan Pimentel, Cristóbal de Osma, Gabriel González, y así, una larga lista de ellos que incluían algunos naturales de esta villa como Luis y Hernando de Bustamante. En 1769 el convento era habitado por 10 individuos, 1 donado, 1 sacristán, 2 criados y 8 solteros. El censo del Conde de Aranda de ese mismo año dice haber 16 hermanos de órdenes religiosas. El monasterio atendía al ministerio del confesionario, predicación y asistencia a los moribundos de la villa.
En 1835 los frailes abandonaron el convento debido al decreto de exclaustración de Mendizábal, conservándose de él la fachada principal del edificio treinta años mas tarde, pasando a completa ruina en 1910, del que solo quedaba algún resto de sus muros. El valor arquitectónico del convento no debió de ser destacable, acorde con la sencillez de su interior, incluida su iglesia, que solo contaba con el sepulcro de mármol blanco y negro bastante bien adornado de su patrono, según cuenta Madoz en su diccionario Geográfico, con relieves de algún mérito, colocado en la iglesia al lado del Evangelio, junto al altar mayor, con la siguiente inscripción:
Soli Deo honor et gloria.
Aquí yace Bernardo de Oviedo y Puelles, del Consejo de Rey N.S.Don Felipe III y IV, su secretario, y de los descargos de las majestades cesáreas y católicas de los reyes de Castilla, mayordomo mayor del Excmo. Sr. Don Bernardo de Sandoval y Rojas, cardenal y arzobispo de Toledo, arcipreste de Guadalajara; primero y perpetuo patrono de este santo convento, él y sus sucesores: murió en 1649,
R.I.P.
También estuvo sepultado en la Capilla Mayor de este convento el caballero don Fernando Sánchez Bustamante y Claramonte, vecino de Illescas y descendiente de Carlo Magno, el cual tuvo que hacer probanza de su nobleza. Muerto en 1457, yacía en un sepulcro al lado del evangelio, con tres losas en las que se encontraban las armas de su apellido.
Hoy dia, la única pieza de la fachada que se conserva, es la imagen de la Virgen de Ceuta, reproducción del siglo XVI-XVII en piedra, que se encuentra en la portada de la iglesia de Santa María.
Las propiedades que llegó a poseer el monasterio se extendían por todos los pueblos de los alrededores, incluso algunos más lejanos. Como ejemplo de ello, citar el arriendo que el prior, Fr. Bernardo Luzio, y Fr. Francisco Sánchez, procurador del convento, hicieron en 1755 de las propiedades que poseían en Lominchar, arrendando por nueve años las tierras y diezmos a Gabriel Barrera, vecino de la villa de Villanueva de la Sagra. En total comprendían un total de 21 tierras (111 fanegas, 4 celemines y 25 estadales de marco de 600 estadales la fanega), por lo que debía pagar 55 fanegas de trigo, las 30 por la renta de las tierras y las 25 restantes por los diezmos de los frutos que produjesen, fueran pocos o muchos.
En lugar donde se levantara el convento, junto a la iglesia de San Andrés, hoy lo ocupa el colegio público, no apreciándose vestigio alguno que de testimonio de la construcción de antaño.
F.-Jesús Arroyo López.
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