jueves, 21 de noviembre de 2013

UN ELEFANTE EN EL CONVENTO DE MONJAS



La afición de la reina Isabel de Farnesio por coleccionar animales exóticos, hizo que Carlos III siguiera la tradición de buscarlos en países alejados, lo que hizo traer desde Filipinas un elefante que el Nabab Hider Alican de Carnate había regalado a don Simón de Anda y, tras recalar en algún puerto de las Indias, llegó a Cádiz en 5 de septiembre de 1779.

A la muerte de D. Simón de Anda y Salazar, presidente de la Audiencia de Manila y posterior Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas, su sobrino, D. Juan Francisco de Anda, gestionó y financió el traslado del elefante con 20.000 reales, junto con su primo D. Tomás de Anda y Salazar, Secretario Asistente de la Secretaría de Indias, hijo de D. Simón. Designaron a Pedro Barea, especialista en trasportar los animales que venían de América con destino a la Corte, de trasladar el elefante desde Cádiz a Madrid, donde, tras algunos días de exhibición en el Retiro, sería llevado a Aranjuez, no sin antes encargar a Barea pasara por Casarrubios del Monte y se detuviera en el convento de las monjas Bernardas para que la comunidad pudiera admirar al animal. El evento, que revolucionaría convento y población, no se debió a una circunstancia fortuita, ya que en dicho convento profesaba una hermana de D. Tomás de Anda y Salazar llamada María Joaquina de la Encarnación.

 La relación que los Anda Salazar, padre e hijo, tuvieron con esta villa de Casarrubios del Monte, es notorio por los documentos aquí firmados en fechas anteriores y posteriores al hecho narrado, debido, principal-mente, a que en el monasterio de las Bernardas de esta villa, como queda dicho, se encontrara como profesas una hija y dos sobrinas de don Simón, al parecer, hijas de un hermano suyo, también, llamado Tomás; María Asensia de San José e Isidra de San Francisco. Datos confirmados por una carta que don Simón de Anda y Salazar firmó en Manila el quince de agosto de 1775, pidiendo a Julián de Arriaga cien pesos anuales para su hija y sobrinas en el convento de Casarrubios.


  Siguiendo con la historia de Sundapari, que así se llamaba la elefanta, pues se trataba de una hembra de cinco años que padecía dolores en las patas debido a su largo viaje de dos años y medio, no siendo obstáculo, sin embargo, para que el animal estuviera en el convento en fechas inmediatas al mes de diciembre de 1779 en que, finalmente, se instaló en Aranjuez, donde moriría a los nueve meses.


¿QUIENES ERAN LOS ANDA Y SALAZAR?

 D. Simón de Anda y Salazar nació el 28 de octubre de 1709, en un pueblo llamado Subijana, en la provincia de Álava. Cursó estudios en la universidad de Sigüenza y Alcalá, alcanzando los grados de maestro en artes y doctor en leyes en la universidad de Henares, en la que fue ordenado de primera tonsura, aunque no ejerció el sacerdocio, pero sí la abogacía en Madrid, periodo en el que parece llego a contraer matrimonio (1735) con la, también, alavesa María Cruz Díaz de Montoya y Vallejo, con la que tuvo dos hijos. Una hija llamada Joaquina, que ingresó en el convento de Casarrubios y, Tomás. Dos años más tarde se incorporó a la Academia de Santa María de Regla, donde se especializó en la nueva Ley de Indias. En 1755 fue designado oidor de la Audiencia de Manila, para donde saldría cinco años más tarde, tardanza, que se supone, motivada por el fallecimiento de su esposa, pues a punto de realizar la travesía a las Filipinas, hace testamento en el que dice ser viudo y lleva con él a su hijo Tomás de catorce años.
Antes de embarcar para las Filipinas, don Simón de Anda pasa por el convento de Casarrubios del Monte en el que deja en clausura a su hija Joaquina con unas primas suyas.
A los seis meses de haber tomado posesión como Magistrado de la Real Audiencia, Corte y Chancillería de Manila, (julio de 1761)  tuvo que hacer frente al intento de invasión de las fuerzas inglesas, poniéndose al frente de la defensa del archipiélago, que le valió ser proclamado teniente general y gobernador de aquellas islas, cargo que ostentó hasta 1764 en que volvió a España, donde se le dio el cargo de Consejero de Castilla.
En este periodo de tiempo, don Simón visitó a su hija en el convento de Casarrubios, tiempo en el que, nuevamente, volvió a ser nombrado Gobernador de Filipinas, ocasionando fuera en esta villa donde comenzara a preparar el nuevo gobierno de aquellas tierras, como lo demuestran las cartas dirigidas a D. Julián de Arriaga,  Secretario de Estado y del Despacho de Marina, explicándole la imposibilidad de llevar a cabo sus ideas sobre la organización del gobierno de aquellas tierras sin caudal conveniente para ello, firmadas en Casarrubios del Monte el 9 de agosto de 1769.
Al año siguiente volvió a Filipinas, islas que gobernó hasta 1776 en que le llegó la orden de relevo con el sueldo de Consejero de Castilla y su vuelta a España, orden que no pudo recibir por su fallecimiento en Manila ese mismo año, dejando por albacea a su sobrino Juan Francisco de Anda, oidor de la Audiencia de Manila.

Su salud comenzó a sentirse quebrantada tras conocer la revocación de sus acuerdos, la censura a su conducta y el cese de su segundo mandato como Gobernador de Filipinas, que le hizo buscar alivio en la hacienda que los recoletos tenían en Imus. Al agravarse su estado fue trasladado al hospital de San Felipe de Cavite, donde falleció el 30 de octubre de 1776, a los 66 años.

Su hijo, don Tomás de Anda y Salazar, cuando a los catorce años marchó a Filipinas, era de  estatura corta, cuerpo blanco y rubio y de estado soltero. Allí ejerció de Oficial Mayor de la Secretaría de Estado del Despacho de Gracia y Justicia. Siete años después embarcó en el puerto de Chivite en el navío “Nuestra Señora del Buen Consejo” que le devolvería a España. Aquí contrajo matrimonio en 1769 con doña María Francisca Carrasco Téllez. 
El 8 de agosto de 1784, aparece por primera vez relacionado con el convento de monjas de Casarrubios, al que hizo donación a modo de limosna de unas casas propias valoradas en 1.300 reales  situadas en la calle Real que da a la plazuela de Palacio, y baja a la puerta del Sol, Pósito y Caño, de esta villa, que lindaban con el convento y casa de doña María Teresa Delgado Monroy que, las tenía D. Rodrigo Antonio Benítez de Rivera, vecino de Madrid.
Las visitas que realizó a Casarrubios parecen sucederse por tiempo prolongado, como lo demuestran las cartas dirigidas a D. José de Gálvez, Secretario de Estado de Indias, firmadas en Casarrubios el 20 de septiembre de 1784.
D. Tomás de Anda y Salazar fue Caballero de Carlos III y Oficial de la Secretaría de Estado. Murió el 27 de febrero de 1790 en Madrid, a la edad de 45 años. 

F.-Jesús Arroyo López.


                                                                            

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