viernes, 29 de octubre de 2021

LOS MERCADOS EN CASARRUBIOS DEL MONTE A LO LARGO DE LA HISTORIA

 

A lo largo de la historia la población de Casarrubios del Monte llegó a ser centro comercial por los diversos mercados celebrados en la población en fechas señaladas, que llegaron a copar una actividad comercial muy diferente a la ahora conocida, haciéndola centro obligado de intercambio de productos entre las gentes de los pueblos y aldeas de los alrededores, comarca y lugares más alejados.

Las ferias o mercados, tan antiguos como la humanidad, comenzaron a organizarse en la Edad Media con los comerciantes vendiendo sus productos agolpados a las puertas de las murallas de villas o ciudades intentando cambiar o vender sus productos. Casarrubios del Monte no tardaría en crear el suyo a finales de la Baja Edad Media con la designación de la población como villa, aprovechando el lugar estratégico que ocupaba en el Camino Real, por donde pasaba cantidad de gentes y comerciantes. Quizás, pudiera ser este mercado en la ruta desde la Corte a Guadalupe, Extremadura y reino de Portugal, el que originara la proyección de la villa, atrayendo a gentes de otras poblaciones y aldeas cercanas, y menos cercanas, en muchos kilómetros a la redonda. Después de Madrid, Casarrubios del Monte era la siguiente población en importancia en el Camino Real de Extremadura, abarcando un vasto territorio entre Madrid y Torrijos o Talavera.

Según avanzaba la Edad Moderna el mercado se fue consolidando y la villa llegó a conseguir un permiso real que dio legalidad a la actividad comercial demandada por el volumen existente de gentes y comerciantes que aquí acudían, creando un mercado semanal. En total llegaron a existir tres mercados de los que intentaré hablar según la documentación consultada.



El primer mercado y más antiguo, puede que fuera el de ganados, nacido en tiempos remotos con las necesidades de los primeros pobladores en cambiar o renovar sus ganados de labor y venta de las producciones ganaderas, en el que tendría mucha influencia las ideas medievales traídas por los frailes agustinos asentados en este lugar desde el siglo XIV, y celebrado en el Campillo, entre el monasterio de agustinos y la puerta de Toledo del recinto amurallado que rodeaba la villa. Con la industrialización del campo el mercado acabó por desaparecer, llegando a ocupar un pequeño reducto en la plaza del Paradero en los últimos años de su existencia.

La necesaria comercialización de la producción de ganado lanar y de cerda, ligada desde sus orígenes a los primeros pobladores, y la necesaria renovación de los ganados de labor tras las faenas de recolección de la cosecha, llevó a la población a establecer un mercado al que acudía gran cantidad de transeúntes, tratantes, mercaderes, y ganados de la Mesta que transitaban por el Camino Real. Todo influyó para establecer un mercado que iría cobrando fama como centro comercial ganadero en la región después del de Talavera, al que pronto vendrían otros comerciantes de los alrededores y sitios alejados de Toledo, Madrid, Guadalajara o Segovia.

En el siglo XIV los ganaderos y el Concejo de la villa decidieron comprar un toro para correrlo al finalizar los días del mercado como reclamo de un mayor número gente. La idea caló, y correr el toro, o los toros, en Casarrubios del Monte, llegó a convertirse en costumbre, y dieron origen a los encierros existentes en la actualidad que gozan de ser los más antiguos, documentados, de la zona.

Con el paso de los años la afluencia de gentes venidas de todas partes al mercado y a correr los toros, propiciaron la creación de una feria-mercado a principios del siglo XVII, aprovechada por la clerecía, Concejo y condesa de Casarrubios, para instituir oficialmente las fiestas patronales.

 


 

 Habían pasado los siglos y la fama se extendió por gran parte del territorio nacional, siendo anunciado en sitios tan alejados como Valencia, quien lo publicaba en la cabecera de la prensa un 11 de septiembre de 1795.

Las grandes distancias recorridas por labradores, ganaderos y comerciantes para acudir al mercado a comprar y vender sus mercancías, da idea de la importancia de dicho mercado, al que no dejaban de gitanos acampados días antes a las afueras del pueblo esperando la celebración. En él incurrían ganados de cerda, vacuno, mular, caballar y asnal, alrededor del cual, también, se vendía todo tipo de efectos de esparto labrado, ampliado por puestos de quincalla, verduras, frutas y hortalizas, cántaros, vidriado, trillos, arreos para el ganado, zafras para el aceite, y un largo etc. Ciertos documentos, aseguraban acudir a él plateros de Madrid, Toledo, Talavera y otras partes, así, como curtidores madrileños, cuyo ámbito más cercano se les había quedado pequeño, y acudían a zonas más alejadas en busca de pieles.  

Conocido en gran parte del centro peninsular, el mercado de ganados de Casarrubios del Monte llegó a alcanzar su mayor popularidad en los siglos XVII al XIX, del que ciertos historiadores llegaron a decir de él parecerles escasa la duración de cuatro días siendo, a su juicio, necesario alargarle algo más.

A principios de 1825 Casarrubios del Monte se encontraba perteneciendo a la provincia de Madrid y daba noticia sobre sus mercados, señalando a esta población entre las que tenían ferias y mercados de cierta importancia. En 1859 se afirmaba pasar de 600 las ferias celebradas en la península, si bien de poca importancia si se exceptuaban la de Casarrubios Monte y otros veinte pueblos y ciudades de toda España, en las que se daban más intereses comerciales.

 

El segundo mercado, y el más antiguo documentado, fue el concedido durante una visita de los Reyes Católicos a Casarrubios del Monte, desconociendo si se trató de una gracia concedida por la reina a su villa, o por petición del Concejo en una audiencia concedida por su Alteza.

El 20 de abril de 1477 los Reyes Católicos concedían a la villa el privilegio de un mercado franco semanal todos los jueves del año, haciéndola sede de uno de los primeros mercados francos concedidos por los RR.CC., cuya concesión ratificarían poco tiempo después en Medina de Rioseco a instancia del Almirante de Castilla.

Los mercados francos solían ser muy pocos los existentes en los pueblos de Castilla en el siglo XV, siendo Torrijos el único pueblo de la zona que lo poseía[1]. La exención de cualquier tipo de impuestos o alcabalas a los mercados francos, eran la mejor manera de asegurar el abastecimiento a la población de ciertos productos y el consiguiente ahorro del comprador sobre cualquier tasa sobre la mercancía comprada, propiciando una mayor afluencia de comerciantes y compradores de sitios alejados como Camarena y otros lugares al otro lado del rio Guadarrama.

El privilegio iba precedido por la orden real de ser libre todo aquel que viniere a dicho mercado, no pudiendo ser preso ni excusado por ninguna deuda hasta volver a su casa, y acompañado de otras dos concesiones más firmadas en los días siguientes a la visita, muy posiblemente, “suplicado e pedido por merced” del Concejo de la villa de Casarrubios en esos días. Merced que fue acompañada de otra orden al Concejo y vecinos de La Torre de Esteban Hambran[2] en beneficio de Casarrubios, y una carta[3] autorizando ciertos derechos a sus vecinos.[4]

Con el paso del tiempo, el mercado fue modificándose en cuanto a días y lugares. Si en principio se trataba de un mercado celebrado todos los jueves en la plaza pública, donde fue trasladado el Rollo de Justicia (o Picota) desde su lugar de emplazamiento en la raya con la bailía de Olmos, para ser lugar de exposición y escarnio público de cuantos infractores eran condenados por faltas sobre pesas y medidas, con el tiempo se cambió a los sábados, variando sus mercaderías conforme según pasaban los siglos.

A mediados del siglo XVIII llegó a considerarse uno de los centros comerciales importantes de la península, del que llegaron a decir ser el mercado franco semanal de Casarrubios del Monte, donde se trajinaba con ganado de diversa procedencia[5]: Toledo, Trujillo, la Alcarria, la Mancha, etc., o el comercio que se establecía con el vino[6], pero a principios del siglo XIX la invasión francesa fue la causa y origen de la ausencia de comerciantes y gentes que concurrían a él, obligando a su desaparición igual que en otros muchos pueblos.

Años después, acogiéndose al Real decreto de 28 de septiembre de 1838, se volvió a reanudar como los de Galvez, Illescas y Ocaña, activándose las transacciones comerciales y relaciones entre sus gentes.

A él concurrían labradores y huertanos de la zona con sus productos, algunos puestos de quincallería, mimbre, botijos y cantaros de barro, hojalateros y una variedad de productos dependiendo de la época del año.

Reminiscencias de este mercado concedido por los Reyes Católicos en el siglo XV, es el que cada jueves del año se realiza en Casarrubios del Monte.

 

El tercer mercado se crea en fecha indeterminada entorno al comercio de la lana y tejidos fabricados en Casarrubios del Monte. La apreciada lana, obtenida de los grandes rebaños de miles de ovejas por los grandes ganaderos, era exportada a diversas provincias de España, entre las que se encontraban las fábricas de tejidos de Guadalajara, y los paños y lienzos fabricados en los telares de la población eran muy apreciados en gran parte de España, sobre todo, las estameñas aquí elaboradas. Todo ello hizo posible la creación de un mercado celebrado todos los años a finales de diciembre, que alcanzó su fama en el siglo XVIII, del que se hacían eco diversas publicaciones de la época. Las comunidades mercantiles catalanas y francesas decían no poder llegar a la feria de Casarrubios del Monte en la que se distribuía lino en rama y lienzo de Galicia y del Bierzo, esparto, hierro y vidriado, paños de Cameros, Segovia, Navas del Marqués y Sonseca, amén de bayetas, algodón, hilo sedas y ropas de paño basto procedentes del entorno local.

Las telas comercializadas en el mercado de Casarrubios gozaron de gran reconocimiento. En los años 1668 a 1686 se decía de ellas distinguirse por su calidad y prestigio siendo, especialmente, comercializadas las estameñas y estameñas plomadas, tejidos sencillos y ordinarios consistentes, normalmente, en telas de color negro o pardo, utilizadas para la confección de abrigos, capas y, sobre todo, hábitos religiosos, cuyo precio de la vara de estameña en la primera mitad del siglo XVIII se cotizaba a 5 reales. 

En los libros de cuentas y gastos del convento de la Santa Cruz de esta villa figuran anotaciones periódicas desde su fundación en 1634, hasta finales del siglo XVIII,  con la compra  de varias varas de estameña banca para la ropería y confección de escapularios, y parda para delantales de la cilleriza[7] y hermanas de la cocina.

 

Igual que el mercado anterior, las crónicas achacan su desaparición a la invasión francesa, quienes se apoderaron de todos los artilugios. No optante, como recuerdo de aquella industria lanera, algún viejo telar llegó a funcionar en la población en los años sesenta del siglo pasado.

La importancia de los tres mercados debido a las cuantiosas y valiosas mercancías vendidas, se debió, fundamentalmente, a estar enclavado en camino Real de Extremadura, a una etapa de Madrid que, en cualquier medio de transporte utilizados en la época, hacía forzosa una parada en Casarrubios del Monte, siendo los propios viajeros los que hablarían de él allí por donde pasaban.


Fausto Jesús Arroyo López.

 



[1] Concedido por Enrique IV.

[2] Al concejo y vecinos de la villa de Torre, a petición del concejo y vecinos de Casarrubios del Monte, ordenándoles que no entren en sus términos. Guadalupe, 05-05-1477.- RGS,147705,177.

[3] Carta a petición del concejo y vecinos de la villa de Casarrubios del Monte para que, si éstos estuvieren en posesión del derecho a cortar leña y a llevar a sus ganados a pacer en ciertos términos de dicha villa, les amparen en su posesión. Guadalupe, 05-05-1477.- RGS,147705,186

[4] Peticiones claramente realizadas por el concejo de Casarrubios a la reina en su reciente visita, y concedidas por la reina el 5 de mayo de 1477, nada más llegar a Guadalupe. Se supone que, esta tardanza de catorce días se debiera a consultarlo con sus juristas.

[5] Quizás pudiera estar errado el documento al hablar del comercio de ganados en el mercado franco de Casarrubios, debido a ser confundido con el otro mercado de ganados.

[6] Notas sobre la historia y geografía de la Sagra. No se sabe si la reseña del cronista era real, o ligeramente confundida con el mercado anual de ganados celebrado en la villa. 

[7] Monja que tenía a su cargo la mayordomía del convento.