sábado, 22 de mayo de 2010

SEXMO DE CASARRUBIOS. ÚLTIMA PARTE


Mientras se dirimían estos pleitos (1499), la ciudad de Segovia aprovechó para poblar en las tierras fronterizas del comendador y los marqueses de Moya, denominadas baldíos por su baja calidad. Argumentaron hacerlo en una zona llamada Naval Carnero, situada a una legua hacia la parte de Segovia del ahora nuevo establecimiento, pero que en realidad se hizo donde ya existían unas casas de labor pertenecientes a vecinos de Casarrubios del Monte y sus aldeas, llamadas la Cabeza de la Perdiguera y los Cobachos, situados a catorce leguas entre oriente y mediodía de la ciudad de Segovia. En ello se basó esa ciudad y así se lo hizo creer a los reyes, quienes en un intento de congraciarse con los segovianos, a los que acababan de sustraer los terrenos para Andrés Cabrera y su mujer Beatriz de Bobadilla, firmaron una provisión real que les autorizaba a poner alcaldes y alguacil en la nueva población.
Don Gonzalo Chacón alegaba que Navalcarnero era de su propiedad y del término y jurisdicción de su villa de Casarrubios y a él correspondería poblar y poner alcaldes. Segovia la reclamaba como de su propiedad y pedía se castigase al comendador y a su villa de Casarrubios por destruirles las casas e iglesia que construían, a lo que don Gonzalo Chacón alegaba que ellos podían hacer fuerza y quebrantamiento por defender su propiedad.
Si muchos y graves sucesos se cometieron con los vecinos de los marqueses de Moya, peores y graves fueron los realizados frente a esta nueva población, a la que Gonzalo Chacón, por un lado, y los marqueses de Moya, por otro, arrasaron, quemaron y derribaron varias veces, siendo anecdótica la frase de Francisco Buzón, alcalde de la villa de Casarrubios, ante los primeros pobladores a los que amedrentó diciendo “¿Vos amigo, no sabéis questa tierra es de Chacón mi señor? Deveis de iros luego de aquí, assi vos como esos otros, donde no, si aveis de poblar aquí, aveis de poblar los pies arriba y las cabezas abaxo a manera de sarmientos”, haciendo que la mayoría de ellos abandonaran el lugar tras la amenaza de ser enterrados.
Hubo muchos debates sobre esta población con los señores y vecinos de Casarrubios del Monte, pleitos que don Gonzalo Chacón emprendería y mantendría junto con los de los marqueses de Moya. Los emprendidos por la fundación de Navalcarnero fueron continuados por sus sucesores, durando cerca de cien años y finalizando después de 1600 con una resolución tibia que no dejó ver claramente la sentencia. Navalcarnero estuvo perteneciendo a la jurisdicción de Segovia dentro del sexmo de Casarrubios, de la que se eximió por compra en 1628.

Desde la repoblación y creación del sexmo homónimo, la villa de Casarrubios del Monte perteneció administrativamente a la ciudad de Segovia. Una vez fuera de él, el desorden administrativo proveniente de principios de la Edad Media no deja ver claramente su pertenencia. Durante los grandes pleitos que hemos visto (siglos XVI y XVII), nuestra villa pertenecía a Madrid y en 1571 figuraba como lugar de señorío en la provincia de Toledo. Tres años más tarde, en el repartimiento de aljamas de los judíos, estaba integrada en el Arzobispado de Toledo. En el censo de 1604, copia de otro de 1591, la villa de Casarrubios del Monte se encontraba enclavada en la Tierra de Madrid como (y parece ser un error) perteneciente al condado de “Puñon Rostro”.
En 1749, con Felipe V, se intentó llevar a cabo una división administrativa coherente. Se crearon intendencias que fueron las precursoras de las provincias. A la intendencia de Madrid, llamada Tierra de Madrid, se le agregó parte del sexmo de Casarrubios con los términos de Casarrubios del Monte, Valmojado, Camarena, Las Ventas de Retamosa, Santa Cruz de Retamar, Quismondo, Maqueda, Val de Santo Domingo y Villamanta, por lo que en el censo de población de la Corona de Castilla del marqués de la Ensenada de 1752, nuestra villa aparece ubicada en esa provincia y seguiría figurando en el mismo catastro de 1754.
Finalmente, la desaparición de los señoríos jurisdiccionales en 1801 y posteriormente el Decreto de 30 de noviembre de 1833 bajo la regencia de Maria Cristina, establecía una nueva división provincial diseñada por el secretario de Estado y Despacho de Fomento Javier de Burgos quien, basándose en una cartografía obsoleta y errónea, sin ningún criterio histórico, político ni geográfico, estableció los nuevos límites provinciales de España. En el caso del sexmo de Casarrubios se separaron pueblos que habían estado conviviendo juntos desde hacía siglos. Villamanta, Navalcarnero, Batres o El Álamo se incluyeron en la provincia de Madrid y a la de Toledo pasaron Borox, Méntrida, Seseña, Torre de Esteban Hambran, Ugena, Valmojado y el propio Casarrubios del Monte. Pueblos que desde principios de la Edad Media estuvieron perteneciendo a Segovia y desde 1749 a Madrid.


Fajarlo.

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