Donde hoy se encuentra el colegio público, existió hasta el siglo XIX un famoso convento de agustinos del que salieron monjes a la evangelización de las Indias y Filipinas. .
En el lugar que se encuentra la casa parroquial, hubo hasta los años sesenta del siglo pasado, un hospital para mujeres pobres naturales de Casarrubios, fundado por Pedro de Castilla, alcalde de los hijosdalgo de la villa, que se sustentaba con un molino de aceite, propiedad de dicho hospital.
En la plaza de Casarrubios fue donde primero se proclamó, oficialmente, a la infanta Isabel como heredera al trono de Castilla. En ella se pregonó la carta que el rey Enrique IV firmó es esta villa el 24 de septiembre de 1468, mandándola a villas y ciudades dando a conocer su decisión.
Lo que hoy conocemos como hospital, son los restos de un hospital refundado en 1530 con el nombre de Corpus Christi. Dicho hospital, se edificó sobre otro ya existente de mediados del siglo XIV. Restaurado en 1555 por el cura de la parroquia de San Andrés, don Rodrigo de Vivar y, vuelto a refundar en 1794 por Antonio de Arce y Acuña. Dicho hospital se mantenía con las rentas de tierras y tributos a él pertenecientes y llegó a funcionar hasta bien entrado el siglo XIX.
La villa de Casarrubios del Monte fue la cabecera del sexmo segoviano que aún lleva su nombre, al él pertenecían pueblos como El Escorial, Robledo de Chavela, Chapinería, Valdemorillo, las dos Moralejas… y llegaba hasta Casarrubios, el más alejado de Segovia.
La Torre Mocha es el único resto arqueológico de la imponente iglesia de San Andrés, destruida por la caída de un rayo en 1825.
La Picota en un rollo de justicia originaria del siglo XIV. Esta “reliquia del tiempo” y valiosísimo patrimonio histórico, parece que se calló a finales del siglo XIX. Mal reconstruida, volvió a levantarse a principios del XX y, sin el menor criterio ni investigación, se ha hecho una burda réplica o “pastiche” que, colocado en la plaza, quiere dar testimonio de aquel rollo de justicia que en otros tiempos señalaba el poderío del Señor de Casarrubios.
En la calle de la Veracruz existió una pequeña ermita, de la que tomó nombre la calle. Y, otra más, al final de la calle Empedrada, llamada San Antón, de la que alguno habrá conocido restos de su cimentación.
El hoy llamado palacio, solo lleva el nombre y parte de la portada de lo que en otros tiempos se le llamó palacio de los condes de Miranda. Fue habitado por los señores y condes de Casarrubios desde su construcción a finales del siglo XV y llegó a su completa ruina a finales del XIX.
El castillo o “fortaleza nueva”, como así le llamaban los lugareños para diferenciarle de la otra fortaleza o torreón sita en la patio del palacio, fue una construcción comenzada hacia 1484 y que nunca llegó a concluirse.
La calle de Portugalejo, en principio, fue llamada de la Ronda, por ser la que bordeaba la muralla terrea que, en otros tiempos, rodeaba la villa.
Los escudos nobiliarios que aún se encuentran en algunas de las casas de la población se deben a los muchos que había en el siglo XVI, ya que Casarrubios fue una de las poblaciones de mayor tradición nobiliaria de Castilla la Nueva junto con Toledo, Madrid y Guadalajara.
A principios del siglo XVII Casarrubios fue un importante productor de estameñas; tejido de lana empleado, principalmente, para confeccionar, sobre todo, vestiduras talares eclesiásticas.
En el siglo XIX la villa de Casarrubios del Monte era una de las pocas de Castilla la Nueva que poseían escudo propio. Armas que ya traía desde el siglo XVI, y que la ignorancia de los ediles decidió cambiar por otras que nada tienen que ver con la villa.
Con frecuencia, y por desgracia, en algunos edificios municipales de Casarrubios, nos encontramos con la famosa placa de "este edificio fue construido siendo alcalde…”, claro ejemplo de la egolatría de los ediles del momento, en menoscabo de otros monumentos, hechos y lugares merecedores de ser recordados con alguna información sobre su pasado que, a buen seguro, sería mejor valorado, al igual que hacen otros pueblos mostrando su interés en recuperar cualquier vestigio histórico por pequeño que sea, adecentándolos y dándolos a conocer a sus ciudadanos y visitantes.
En sucesivos artículos iré explicando algunos de los monumentos que existieron en nuestra villa, de los que aún existen, y de hechos acaecidos en ella, ayudando a conocer el pueblo donde nacimos y a disfrutar de la historia del lugar donde se vive..
F.-Jesús Arroyo López.